Tras
esperar casi una hora, apareció el Médico de Urgencias para informar a los
familiares acerca de la salud del recién ingresado.
-No tiene nada grave –manifestó,
mirando a la media docena de los interesados.
-¿Entonces? –preguntó una mujer de
media edad con cara de pocos amigos, dudando de la competencia del médico.
El facultativo la miró, y respondió
sin rodeos:
-No quiere salir del consultorio ni
vivo ni muerto.
Los acompañantes se miraron entre
sí.
-¿Se puede saber qué le ha dicho?
–interrogó un hombre de aspecto delgado.
El médico se dirigió con mirada
implacable: “¿Ha oído hablar del secreto profesional…? No diré ni una palabra;
además, ustedes saben perfectamente el
motivo porqué esta aquí.”
Los presentes se miraron entre si, y
en comandita desalojaron la Sala de Visitas del Hospital sin ni siquiera
despedirse del facultativo, que los siguió con la mirada, moviendo la cabeza en
señal de desaprobación.
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