-Queridos hermanos, debemos convertirnos al cristianismo
–dijo con tristeza Colón.
-¿No tenemos otra salida? –preguntó
Bartolomé.
Cristóbal miró a Bartolomé, y luego a Diego. Ambos miraban
la cara de preocupación de Cristóbal.
-La Santa Inquisición está quemando a judíos sin piedad –advirtió
Colón-. Debemos estar prevenidos.
-¿Y el proyecto para ir a Cipango? –se interesó Diego.
-Primero tenemos que salvar el pellejo, luego vendrá el
descubrimiento de la nueva ruta hacia el Japón.
Colón ya lo tenía todo planeado; vivió una temporada con
unos tíos en Zaragoza, y después en Mallorca donde había nacido.
Y a modo de despedida les dijo a sus hermanos:
-No lo olvidéis; hemos nacido en Génova.
Los hermanos se extrañaron pero lo comprendieron enseguida;
con la Santa Inquisición no se podía jugar.
©antoniocapelriera